Constantemente he pensado en el desastre que se ha realizado en mi vida de escritor y en la trágica suerte de mi libro.
Sin rodeos quiero hacerle partícipe de mis pensamientos. En primer lugar tengo que decirle lo siguiente: he llegado a la conclusión de que mi libro no contiene mentiras. He escrito lo que consideraba y sigo considerando como la verdad, y sólo he descrito lo que he meditado, sentido y vivido.
Mi libro no es un libro político. En cuanto me lo permitieron mis limitadas capacidades, he hablado de seres humanos, sobre sus tristezas, sus alegrías, sus errores y su muerte. He escrito sobre amor para con los hombres y compasión con los hombres.
En mi libro hay páginas amargas y tristes que tratan de nuestro pasado reciente y de acontecimientos de la guerra. Tal vez sea difícil leer estas páginas. Créeme, fue difícil también escribirlas. No pude hacerlo de otro modo.
Su discurso en el XXII Congreso del Partido ha echado una fuerte luz nueva sobre los trágicos errores que bajo el gobierno de Stalin han sido cometidos en nuestro país y me ha fortalecido en la convicción de que Vida y destino no está en contradicción con la verdad que usted ha hablado, que ya ahora la verdad está en posesión nuestra y que no puede esperar 250 años. Tanto más doloroso es que se me ha quitado con violencia mi libro. Amo este libro como un padre ama a sus hijos.
Robarme mi libro es como robarle a un padre su hijo.
Ya ha pasado un año y no sé si existe todavía mi libro, si se lo ha guardado o si tal vez ya haya sido destruido o quemado.
Si mi libro es una mentira, que se lo cuente a los que quieren leerlo. Si es calumnia, que se lo diga. ¡Que los ciudadanos soviéticos, los lectores soviéticos, para quienes estoy escribiendo desde hace treinta años, juzguen acerca de lo que es verdad y lo que es mentira en mi libro!
Le ruego poner en libertad a mi libro. No hay sentido ni verdad en mi actual situación, en mi libertad física, mientras el libro al que he dado mi vida se encuentra encarcelado. Por fin, lo he escrito, no me he distanciado de él y no lo haré.
Hace doce años empecé a trabajar en este libro. Sigo creyendo que he escrito la verdad, por amor y compasión, porque creo en los hombres. Le ruego una vez más poner en libertad a mi libro.
Sin rodeos quiero hacerle partícipe de mis pensamientos. En primer lugar tengo que decirle lo siguiente: he llegado a la conclusión de que mi libro no contiene mentiras. He escrito lo que consideraba y sigo considerando como la verdad, y sólo he descrito lo que he meditado, sentido y vivido.
Mi libro no es un libro político. En cuanto me lo permitieron mis limitadas capacidades, he hablado de seres humanos, sobre sus tristezas, sus alegrías, sus errores y su muerte. He escrito sobre amor para con los hombres y compasión con los hombres.
En mi libro hay páginas amargas y tristes que tratan de nuestro pasado reciente y de acontecimientos de la guerra. Tal vez sea difícil leer estas páginas. Créeme, fue difícil también escribirlas. No pude hacerlo de otro modo.
Su discurso en el XXII Congreso del Partido ha echado una fuerte luz nueva sobre los trágicos errores que bajo el gobierno de Stalin han sido cometidos en nuestro país y me ha fortalecido en la convicción de que Vida y destino no está en contradicción con la verdad que usted ha hablado, que ya ahora la verdad está en posesión nuestra y que no puede esperar 250 años. Tanto más doloroso es que se me ha quitado con violencia mi libro. Amo este libro como un padre ama a sus hijos.
Robarme mi libro es como robarle a un padre su hijo.
Ya ha pasado un año y no sé si existe todavía mi libro, si se lo ha guardado o si tal vez ya haya sido destruido o quemado.
Si mi libro es una mentira, que se lo cuente a los que quieren leerlo. Si es calumnia, que se lo diga. ¡Que los ciudadanos soviéticos, los lectores soviéticos, para quienes estoy escribiendo desde hace treinta años, juzguen acerca de lo que es verdad y lo que es mentira en mi libro!
Le ruego poner en libertad a mi libro. No hay sentido ni verdad en mi actual situación, en mi libertad física, mientras el libro al que he dado mi vida se encuentra encarcelado. Por fin, lo he escrito, no me he distanciado de él y no lo haré.
Hace doce años empecé a trabajar en este libro. Sigo creyendo que he escrito la verdad, por amor y compasión, porque creo en los hombres. Le ruego una vez más poner en libertad a mi libro.
Acerca de Vida y destino.
Carta a Jruschov, febrero de 1962
Carta a Jruschov, febrero de 1962
*
"No hace mucho tiempo, poco después de la Gran Guerra Patriótica, se instalaron peines de acero bajo el fondo de los vagones de cola. Si durante el trayecto un detenido desmonta el suelo y se lanza de plano sobre las vías, el peine lo agarrará, lo estirará y lo arrojará bajo las ruedas. ¡Ni para ti ni para mí! Para los que después de romper el techo del vagón se encaraman a él, han instalado proyectores que, como puñales, atraviesan las tinieblas, desde la locomotora hasta el último vagón; y la ametralladora que vela el convoy sabe qué tiene que hacer si un hombre corre sobre el techo… Sí, todo evoluciona. La economía del convoy ha cristalizado. Está todo: al valor añadido, el bienestar de los oficiales del convoy en su vagón de estado mayor, la reducción de las raciones de los detenidos y de los perros, la compensación del traslado calculada en función de los sesenta días de trayecto del convoy hacia los campos de la Siberia Oriental, la circulación de mercancías en el interior de los vagones, la feroz acumulación primitiva y la pauperización paralela. Sí, todo fluye, todo muta, nadie entra dos veces en el mismo convoy."
Grossman, Todo fluye
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